"Cuando estás en la barra eres como un cura: todos te miran y esperan que hables", dice Jesús Sánchez, que se jubila tras 52 años de trabajo

"Me encanta mi trabajo. Cuando estás en la barra eres como un cura: todos te miran y esperan que hables". Lo afirma Jesús Sánchez González, de 65 años, que el viernes 2 de diciembre de 2016 se jubila, tras 52 años de vida laboral como camarero.

"Soy de Navarrevisca, la segunda maravilla del mundo; la primera es Leganés, donde me he ganado la vida", añade este hombre que jamás pierde el buen talante y que es más conocido como Jesús del Ícaro, emblemático bar que dirige junto a su socio Francis Gómez, desde el 25 de mayo de 1985, en pleno casco viejo leganense.

Este martes 29 de noviembre ha celebrado su paso a la llamada segunda actividad. "Ahora, a disfrutar de la vida", exclama quien empezó a trabajar como botones, con 13 años, en el Restaurante Breda, en La Castellana, 78. "Lo montaron unos cubanos a los que Batista permitió salir del país con su dinero antes de la Revolución". "Corría el año 1964, y cuando me daban una propina de 20 duros, me hacían feliz", rememora con una nostalgia nada melancólica.

En 1967 cambió de aires para ingresar en 'Wayne', en la calle Serrano, 80, en pleno barrio de Salamanca de la capital. "Fue el primer hawaiano de España. Mi jefe bebía a mediodía un 'manhattan' y dejaba que yo me tomara otro", destaca este especialista en 'negroni', un cóctel italiano muy demandado por la época. "Nos visitaban españoles con dinero".

De ahí dio el salto al Hotel Tres Carabelas del Puerto de Alcudia y se fue por tres años a Las Palmas. "Esa era la condición para trabajar en el restaurante chino, pero al final fueron cinco años. No nos gustaba servir a compatriotas porque no dejaban propia y los guiris las daban importantes". Lo ahorrado en estos cinco años, entre 1968 y 1973, le permitió comprarse un piso en Leganés, en 1970, que costaba 500.000 pesetas.

Cansado de varios años de labor en un restaurante chino de Madrid, un día habló con su vecino, Francis, y decidieron alquilar 'El Ícaro', emblemático bar cafetería y restaurante de la calle Juan Muñoz de Leganés. Era 1985. "Al principio triunfamos con la hamburguesa Ícaro, después fuimos los primeros, creo yo, en servir menú. Costaba por entonces 250 pesetas", señala.

"Lo mejor de todo, el trato con el cliente. Las mesas son muy agradecidas, les pones un aperitivo o unas aceitunas, y te lo agradecen infinito, el cliente de barra es más batallador", explica. "Los últimos 52 años han sido maravillosos, tanto como el cliente 'pepinero'".

"En 'El Ícaro, acuñamos un eslogan: superior. Todo es de superior para arriba", dice, y añade: "Ahora que lo pienso, jamás he discutido ni tenido una palabra más alta que otra con nadie. Y eso es un auténtico privilegio".

Sus empleadas le regalaron una placa conmemorativa por su jubilación.

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